En muchos hogares, hablar de dinero sigue siendo algo que se esquiva, se ignora o simplemente se deja en manos de “los adultos”. Pero ¿y si te dijera que tú, como estudiante, puedes ser la persona ideal para cambiar esa historia?
Sí, aunque no seas quien lleva el ingreso principal, puedes ayudar a construir algo más valioso: una mentalidad financiera sana y compartida en tu hogar.
Aquí está el giro interesante: la educación financiera no empieza cuando ganas tu primer salario, sino cuando entiendes cómo se mueve el dinero en tu entorno. Si tú ya estás aprendiendo a administrar tu dinero, a ahorrar, a hacer un presupuesto o evitar gastos impulsivos… ¡eso ya es una ventaja que puedes compartir con tu familia!
Como universitario o universitaria puedes:
Aquí van algunas acciones que puedes comenzar hoy mismo:
Los niños y jóvenes aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si tú empiezas a mostrar hábitos responsables, poco a poco contagiarás a tu entorno. Usa tu propio presupuesto, ahorra, planea tus gastos y comparte tu forma de organizarte.
No se trata de asustar a nadie, sino de normalizar las conversaciones sobre crédito, intereses, préstamos o incluso errores financieros. Entender estos temas desde jóvenes permite tomar mejores decisiones mañana.
La educación financiera no es solo una materia o un tema relevante, es una habilidad para la vida. Y tú, como universitario o universitaria, puedes ser el puente entre una cultura familiar basada en el silencio y una nueva etapa de consciencia económica.
Hablar de dinero no divide a las familias. Al contrario, puede unirlas más si se hace con empatía, apertura y objetivos compartidos.
No subestimes el impacto de tu voz. Compartir lo que aprendes hoy puede transformar el bienestar económico de tu hogar mañana.